John Foster Dulles redactó su nombre en la historia como Secretario de Estado del gobierno de Eisenhower. Sucumbiendo a la clásica dualidad de poder y corrupción, la casualidad ubicó a su hermano, Allen Dulles, como director de la recién inaugurada CIA. John y Allen fueron, en su vida “civil”, parte del legendario buffet de abogados Sullivan & Cromwell, cuya agenda representaba, entre otros, a clientes como el J.P. Morgan & Company, la International Nickel Company, la Cuban Sugar Cane Corporation, la United Fruit Company.

Casi al mismo tiempo Mohammad Mossadegh, en Irán, era derrocado (ya que contaba con un gran interés de nacionalizar el petróleo y volverlo rentable para el Estado iraní y, por lo tanto, poco rentable para el gobierno estadounidense), asumiendo en su lugar el Sha Mohammad Reza. En esta parte del mundo, más precisamente en Guatemala, el presidente Jacobo Arbenz Guzmán era igualmente derrocado y asesinado por Carlos Castillo Armas, tras la intención del primero por expropiar y nacionalizar tierras en desuso de la United Fruit Company. El primero de estos hechos fue en 1953, el guatemalteco en 1954: para 1952 la CIA ya tenía una extensa investigación del terreno. Son interesantes de estudiar también las cartas y anotaciones de Ernesto Che Guevara entre 1952 y 1954 cuando residió en Guatemala. El petitorio a la CIA de un golpe de Estado en Guatemala fue dirigido por la United Fruit Company de manera directa.

En esos años también se estrechaban manos en la plenísima ciudad de Santiago de Chile dos muñecos fundamentales de nuestra historia: el señor Albion Patterson (director de la, en ese entonces aún inexistente, Agencia de los Estados Unidos de América para el Desarrollo Internacional), y Theodore W. Schultz (quien presidía el departamento de economía en la Universidad de Chicago). Se plantearon una misión: cambiar radicalmente la ideología de los egresados universitarios como método efectivo para ganar la “guerra contra el marxismo”. La idea básica: un programa de becas (financiado por EEUU) para que los alumnos chilenos se eduquen en la Universidad de Chicago. Cuando Patterson contactó al rector de la Universidad de Chile, este último lo rechazó. Para entonces, siempre existe un as bajo la manga: inmediatamente después de su primer “no”, Patterson fue por el sí definitivo con quién sabía era el mejor lugar para conseguirlo: la Universidad Católica de Chile. A esta alianza se le conoció históricamente como “Proyecto Chile”. Para 1965 el proyecto se había ampliado a estudiantes de toda Latinoamérica: ¡Qué me parta un rayo si esto no es imperialismo intelectual!

Sin embargo, para 1970 el Proyecto fue un fracaso colosal: que Chile haya concebido a un presidente como Allende por elecciones libres y democráticas es el mejor ejemplo de lo poco que había funcionado esta batalla ideológica. No obstante, el compadre Nixon tenía planes aún mayores: en efecto, si las democracias no son hospitalarias, las dictaduras, qué duda cabe, serán más fraternales con los muchachos de Chicago. Las empresas estadounidenses conformaron un comité (el comité Ad Hoc de Chile) en la ciudad de Washington, del que participaban las principales empresas mineras estadounidenses con base chilena, entre ellas la International Telephone and Telegraph Company (ITT) —quienes tenían el 70% del mercado telefónico Chileno y estaban a punto de ser nacionalizados, y de hecho, dirigían el comité—, Purina, Bank of America, Pfizer Chemical, y un no tan largo etcétera.

Esto no es una lección de historia. Lo que intento hacer aquí es trazar una cronología de causalidades. Tomemos en cuenta principalmente en este contexto la situación de Brasil: una situación de represión y violencia que fue creciendo progresivamente hasta la famosa dictadura que asedió al país; y la situación de Indonesia: en donde el mismísimo director de la CIA, Ralph McGehee, denominó al proceso como una “operación de manual”.

Jack Anderson, un periodista sindical, realizó una exhaustiva investigación (mencionada en aquel entonces en The New York Times el día 20 de marzo del año 1972), en dónde demostraba, lisa y llanamente, la relación entre la ITT y la CIA, y el pedido directo de la ITT (y los sobornos de dicha empresa) para que EEUU tomara cartas en el asunto y derrocara al gobierno chileno. Dichas acusaciones fueron comprobadas poco tiempo después por las investigaciones internas del Senado de Estados Unidos. En 1982, Anderson volvió a publicar estos documentos desde el Washington Post. Los mismos fueron recogidos por el Centro de Estudios Miguel Enriquez, en Chile, como parte de las investigaciones iniciadas a los distintos procesos de la dictadura de Pinochet.

En 1971, en la ciudad de Viña del Mar, un conglomerado de las empresas más importantes de Chile se reunió para planificar el derrocamiento definitivo de Allende, y constituir un documento cuyo objetivo sería un plan alternativo de gobierno que sería presentado ante sus aliados, las Fuerzas Armadas, para reestructurar el sistema económico-político del país, a favor de las empresas, por supuesto. Los militares y los economistas utilizaban al señor Robert Kelly, un empresario vinculado al periódico El Mercurio (financiado por la CIA), como intermediario. Para 1973 el golpe ya estaba consumado, y la influencia de Estados Unidos y la Universidad de Chicago se extendió por todo el cono sur.

Para 1976, época en la que el golpe de nuestro país se consumó, un personaje que no pertenecía a los economistas de Chicago, sino a la Sociedad Rural, José Martínez de Hoz, asumió como Ministro de Economía. Martínez de Hoz para ese entonces ya era parte de los consejos de administración de Pan American Airways y la ITT (sí, la misma ITT que pidió a la CIA el golpe de estado en Chile). Con todo, el ministro mantuvo relaciones muy fecundas con Washington, sobre todo con David Rockefeller, Nelson Rockefeller, y Henry Kissinger.

Las técnicas de tortura que utilizaron los gobiernos dictatoriales de América Latina fueron diseñadas por la CIA, en el marco de un proyecto titulado MKUltra: en la década del cincuenta, los experimentos psiquiátricos con electrochoques realizados por el doctor Ewen Cameron, y los experimentos sobre la alteración sensitiva del doctor Hebb (que actualmente siguen utilizándose en bases militares como las de Guantanamo), dieron lugar al manual Kubark Counterintelligence Information. El mismo está fechado en 1963, y explica todos los procedimientos para obtener información de fuentes no colaboradoras en los interrogatorios [1]. La Escuela de las Américas, fue la institución encargada de educar a todos los militares latinoamericanos en cuestiones de interrogación y tortura.

En 1973 SOCMA (la sociedad de la familia Macri) poseía siete empresas en su cartel. Para 1983, el mismo cartel manejaba un número de 46 empresas. En el año 1982 el presidente en ese entonces del Banco Central, Domingo Cavallo, estatizó la deuda privada de las empresas que colaboraron con el gobierno de facto, entre ellas las ligadas con SOCMA: Bridas, Gregorio Pérez Company, Bulgheroni, Renault Argentina, Grupo Clarín, Diario La Nación, Papel Prensa (alrededor de 40 mil millones de dólares de deuda estatizados). Otra de las empresas de la familia Macri, Correo Argentino, se hizo cargo del trabajo postal de la Nación en la época del menemato. El propio Cavallo publicó una carta abierta en donde se lava las manos del asunto.

Hace un par de días desperté por la mañana. Calenté agua para el mate. Ordené un poco los papeles y los libros de la mesa, los apuntes y las fichas para este escrito. En el fondo, una televisión muda dibujaba en su pantalla el hallazgo del cuerpo de Micaela a unos cuántos kilómetros de la ruta 12. Y pienso en una serie de paralelismos aparentemente desencajados: 2009 golpe de Estado en Honduras; 2012 golpe de estado en Paraguay; 2016 golpe de estado en Brasil; 2016 gana las elecciones, tras una campaña publicitaria multimillonaria, el grupo Cambiemos, con Mauricio Macri a la cabeza; 2016; 2017 Trump asume el mando de los EEUU.
Hace apenas unos días, EEUU acaba de atacar Siria. La sonrisa de Micaela desde el televisor mudo, sonriendo de oreja a oreja, con una remera de Ni Una Menos. Sin lugar a dudas, Gail Kastner y Rodolfo Walsh pueden pensarse como figuras paradigmáticas, si se quiere, de las políticas imperialistas de todo el siglo XX. ¿Micaela será la figura paradigmática de las políticas del siglo XXI? Pienso que, si hay una revolución, primero tendrá que ser feminista.

Ezequiel Fernandez Bados

Músico y escritor

 

1 – Todo esto se puede ver en Harbury, Jennifer. Truth, torture, and the American way. Beacon, 2005; y McCoy, Alfred. A question of torture CIA interrogation, from the Cold War to the War of terror. Henry Holt and Compnay, 2006