Más allá del pasamontaña, la entrevista que le realizó el conductor Nicolás Repetto a Fernando Jones Huala, uno de los voceros de la comunidad de Cushamen -en la cual desapareció Santiago Maldonado hace más de un mes– subyace una reconfiguración de la actividad periodística actual en los medios de comunicación hegemónica que oscila entre la banalización del oficio en “meme” hasta la construcción de la otredad amenazante.

En efecto, se trata de un proceso de desplazamiento de la noticia y del rol del periodismo al pulso de la actuación de diversos periodistas legitimados por el discurso oficialista y empresarial. Al respecto, es posible trazar un recorrido entre las críticas hacia el “periodismo militante”, que continúa en la exaltación del “periodismo de guerra” durante el kirchnerismo y en estos tiempos macristas, se consagra con el despliegue y el desarrollo de un periodismo gendarme.

Este concepto, por tanto, incluye un recorrido de fuerza represiva del discurso que, a partir de la recopilación de datos y de la generación de testimonios, exagera la figura del entrevistador, por sobre el entrevistado y el acontecimiento,  que lo ubica en un rol de juez y parte. A su vez, en correspondencia con el alcance nacional de esa fuerza, esta forma de periodismo parte de un porteñismo donde se excluyen las condiciones locales de los conflictos, donde se prejuzga desde la lógica de llamar al orden (por ejemplo, Repetto preguntó ¿por qué cortan rutas?). En ese juego de roles, el entrevistado se reduce a una defensa mediática frente al conductor que se enuncia “como la gente de a pie” que no logra entender -y ni lo intenta- en una pseudo representación de las audiencias proclives al miedo.

En este sentido, la dinámica del periodista-gendarme busca interpelar y generar – ya sea Repetto, Lanata, Majul, Novaresio o Fantino- no solo un título, sino una confesión o la reacción violenta del entrevistado, en el mejor de los casos. Sin embargo, esta prepotencia con disfraz crítico no se dirige de la misma forma hacia las fuerzas de seguridad ni a sus responsables políticos.

Del mismo modo, este escenario gendarme del periodismo renueva la desintegración de la entrevista como herramienta válida para recoger declaraciones y/o para escuchar al otro, pensar lo que dice, comprender y tomar nota. En esa decisión –editorial, ideológica e intencional-, se postula como un actor activo que perpetúa un discurso de prejuicio y superficial directamente alineado con la lógica neoliberal.

Así, la actuación del periodismo gendarme contribuye al ruido desinformativo y judicial en el caso de  la desaparición forzada de Santiago Maldonado y lo ubica cercano a ribetes ficcionales, sórdidos, rebuscados y, claro está, premeditados mediáticamente. Por ende, la situación de reportaje de Repetto en su nuevo programa –inclusión de pasamontaña, discurso cool, indignación pretendida y pre-nociones a flor de piel- se inserta en esta dinámica que caracteriza a la televisión abierta de estos tiempos: hablar de un tema de actualidad -para demostrar libertad y pluralismo- del modo más banal y aislado posible para no abordar la pregunta más inquietante, ¿dónde está Santiago Maldonado?

 

Cecilia Beatriz Díaz y Cristian Secul Giusti

Doctoranda en Comunicación (UNLP)/ Doctor en Comunicación (UNLP)