Junio es el mes donde cada vez está más cerca el invierno, ese que en el conurbano bonaerense es corto pero brutal. Y más ahora que prender una estufa de 3 velas de color naranja, las que consumen más de 2000 watts, elevan su cotización. En el brutal invierno del conurbano bonaerense eso equivale a un lujo, es casi una provocación de orden clasista. El mundial de fútbol en ese frío país que es Rusia está también muy cerca, cerca, muy cerca.

En una reunión de rotarios la gobernadora María Eugenia Vidal nos da un mensaje, nos trata de otarios, sí de otarios, llama otario a mi papá, un albañil correntino, otaria a mi madre una empleada doméstica que vino del Chaco, muy joven, que me dió la vida a los 17 años. Mi papá, el otario correntino, me enseñó dos cosas: a no ser carnero de nadie ni en ninguna situación de trabajo, estudio o comunidad y que obrero no vota nunca a patrón, mi mamá la otaria chaqueña, me enseñó a pelear siempre en lo uno cree y me inoculó su amor por la lectura, la música, y la poesía.

En mi familia soy primera generación universitaria, el camino de un otario como yo no es nada fácil, sobre todo si la universidad a la que vas queda lejos de tu casa, eso significa colectivo más tren, si tenes la plata para poder llevar a cabo ese viaje, dos horas de ida y dos horas de vuelta, 20 hs semanales, 80 mensuales, 720 horas anuales, solo para ir y venir de la universidad.

La universidad a la que asisto está a 15 minutos de mi casa, de mi barrio, soy de Cuartel V, de Moreno, la segunda localidad más pobre del conurbano, la primera es José C Paz, que está al lado. Allí está la universidad donde voy todos los días, hasta sábados, seguro debe ser una universidad, otaria porque siempre junto a su nombre, la carga de subjetividad de los rotarios es negativa, trucha y grasa, son los adjetivos que escucho seguido. Debo confesar que llegar a las 18 hs a cursar a la universidad, mal dormido, mal comido y malhumorado por la jornada laboral podría desanimar a muchos otarios, yo veo el edificio, escucho el ruido del tren y al encontrarme con otros otarios como yo, hijos de otros otarios me anima, me llena de energía.

Escuchar los insultos de la señora gobernadora, con modos coucheados y sus tonos disonantes me hace acordar que este año la matricula de mi universidad otaria es de más de 12 000 otarios.

Por más otarios y menos rotarios.

Ricardo Esquivel

Estudiante de la UNPAZ