“Gines García es la Unidad”, dice el cartel, sin firma y pegado en cualquier lado, sobre otros carteles, en Once. Al tuntun, como si alguien diría, tiralo y veamos qué pasa. La revista Noticias hace/hizo tapa con el “tapado” (es decir, lo des-tapa, lo pone en carrera a) Lavagna. Algo que expresa una obsesión que empieza a encauzarse por encontrar un candidato (el candidato de la Unidad)

Esta, la Unidad, como concepto y ariete, se volvió indiscutible (unidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode), incluso moda periodística. Y ahora (al tuntun, ya como política -del tuntun, y no del bangbang, hermana mayor, y más responsable, aunque Nelson Castro diga/dice, o por eso mismo, lo contrario-) lo que todxs hacen o sobreactuan hacer, es buscar quién encarna la mentada “unidad”. Viendo quien mide, quien prende, y meterle ficha. Sea para tener la Noticia-s-, para operar a favor/en contra: lo sabemos, “el contrincante juega”, y puede jugar sucio (sobre todo con arbitro comprado)

Obviando (o intentando abjurar) dos cosas. 1. que CFK es la candidata. 2. que de no ser ella, sus votos (que son los que se buscan) no se trasladan necesariamente al tuntuneado. Ampliemos: 1. CFK es la candidata porque es la candidata. Hay acá una tautología irreductible. Porque sí. Porque su “piso” no baja del 30. Porque configuró una personalidad política (imagen, diría -minimizando el término- el marketing) in-comparable por cualquier otro candidato; 2. No siendo CFK, los votos, incluso pueden pasar al macrismo. El tercer cordón del conurbano por qué razón votaría al insulso de Lavagna (algo que entendió Duhalde que le propone algo más de barro anti-k), al interesante pero poco conocido Gines, lo mismo para un Rossi, quizás sí se lo recuerde al ex-gobernador Solá (el que tendría algunos problemillas para el armado hacia la izquierda, lo mismo que en su momento Scioli -hasta cuánto se desgarra y se banca el progresismo qué-)

Ambas cuestiones (CFK “es” la candidata; y los votos, como el amor, no “se” traspasan) expresan algo fundamental. La política no es (como tampoco el peronismo) sólo cálculo (ni) racional(idad). La creencia, confianza, capacidad de acción, irreverencia, sumisión no son actitudes que puedan medirse de modo certero, ni duran en el tiempo. Y mucho menos pueden adquirirse o trasladarse como si fueran granos de trigo. He allí el caso Brasil con Hadad. Allí era (sin dudas) Lula. Como acá (sin dudas) CFK.

En tal caso es al revés. Es CFK. Y veamos ahora cómo se gesta desde allí la sublime “unidad”, que idealizada, puede devenir abstracta. Porque (en principio) más que unirse hay que ganar. Y si se habla de unidad es porque se cree que “unidos” vamos a ganar. Vamos a “volver”. Algo que no le cabría a uno de los que pueden “ser unidad”, Massa (para el que volver sería ser soldade pingüine), pero no importa. Lo que importa es ganarle a Macri y a la ceocracia con un candidato (peroniste o no) que no lo continúe sino que frene sus políticas (y el único que puede es un peronist). Algo que tampoco le cabría a otres seres-de/para-la-unidad, Urtubey, Pichetto y bla. Si hay que ganar, es decir, vencer a las políticas del macrismo, la candidata “natural” es CFK, lo otro es blablerío u operación política (pro)macrista. Siendo que el blablerío es también una acción política, hecha por gente que puede ser anti-macrista, oje al pioje.

CFK presidenta y lo demás no importa (por ahora)

Por Pier W Fogwalsh

Fotografía: M.A.F.I.A