Cuando no duermo y me apremia el día, cuando me muerde la cola el día, cuando enrealidad me muerde las sieneschinas de hacerfuerza para oscurecer la noche y finalmentedormir; cuando no duermo y la sombraes un globo que abraza el brillo del celular que escupeminutosdesdeel espejo, cuando no duermo y el tiempo se me termina, cuando no duermo y me acuerdo de los muertos que murieron insatisfechos, y de la luz que malgasto porque la nena no duerme a oscuras, y de los médicos que no visito, y de estas dos muelas ausentes y del tres de mayo del año que me fui embarazada de casa; cuando no duermo y me agarra el coraje propio de la madrugada y odio con tanta perfección el verbo cumplir y recuerdo que no sé evolucionar, cuando no duermo y como una verdad revelada digo que no me quiero pelar el culo, que nunca voy a aprender a comer saludable y estoy destinada a no terminar ningún tratamiento a favor o en contra de nada, cuando todo eso pasa, digo, sé que soy una falsa rubia. Y no sonlas raíces, ni el tercer cordón del conurbano, ni el padre ausente. Es la batucada en las noches primeras de febrero, de ensayo. Es la marcha, los cantos de la marcha, la piel erizada con los encapuchados que tienen los huevos que yo no. Les envidio la fuerza para tirar piedras, la certeza en el tiro, que se agarren entre las piernas y el significado sea unívoco, chupala yuta. Pero sigo sin dormir. Y cuando no duermo y se me acerca la alarma para empezar mi jornadade bestia sodomita, cuando entreno las comisuras para decir oficina, mi oficina, la oficina, te espero en la oficina, nos vemos en la oficina donde aprendí a festejar desfalcos, cuando no duermo y revivo mis ardides de boga, de nena de ojos rubios y gestos rubios y pañuelo rubio al cuello y amante rubio y pasaporte, cuando no duermo y me odio y lloro con el coraje propio de la madrugada y estrello la boca contra la almohada de pura vergüenza por llorar con tan poco, cuando no duermo y tengo el descaro de que me duela el sueño, cuando todo eso pasa, digo, perderme cosas es el miedo más indigesto. Digo: la memoria es un verdugo que se cultiva. Y digo:
De todas,
la peor palabra del mundo
es medibacha;
tan a medias por todos lados.
Las nenas nos dividimos
entre las que decimos can can
y esa palabra.
Es que con can can se hace ballet.
Con las medibachas se pasa frío.
Lo digo y siento el nylon en la lengua,
se me pega lo pobre,
la costura que asoma por una sandalia.
Las cancan son beige
y las medibachas, color carne.
Es tan imbatible, tan incompleta,
tan con el poder de narrar
los documentos
que sobrevivieron al barrio y las mudanzas.
Tan el nombre que arrastro y muerde
cuando no duermo
y se me vuelca todo el coraje propio de la madrugada.
Por Pamela Terlizzi Prina
Licenciada y Profesora en Artes Combinadas.
Docente en la UBA, UNA, FUC.
Investigadora. Actriz.