“Un día prendió el pueblo su fósforo cautivo, oró de cólera
y soberanamente pleno, circular,
cerró su natalicio con manos electivas;
arrastraban candado ya los déspotas
y en el candado, sus bacterias muertas…”
César Vallejo
“Todo llegó menos la revolución”.
Alberto Vanasco
“Como una hoja,
El pueblo, mi poema, me atraviesa.”
Carlos Drummond de Andrade
Comunidad organizada. Comunidades imaginadas. Pueblos.
Veinticuatro pasos alcanzan para que Alain Badiou ensaye que “la palabra ‘pueblo’ solo tiene un sentido positivo con respecto a la inexistencia posible del Estado, ya sea que se trate de un Estado prohibido cuya creación se desea o de un Estado oficial cuya desaparición se desea. ‘Pueblo’ es una palabra que cobra todo su valor bajo la forma, transitoria, de la guerra de liberación nacional, o bien bajo aquellas, definitivas, de las políticas comunistas”.
Según Judith Butler, el “nosotros” que asoma detrás del concepto “soberanía popular”, implica una reunión de cuerpos, siempre, previa a su propia enunciación. “Nosotros, el pueblo” resulta, entonces, del pasaje al acto, de la performance de una asamblea (una comunidad) que, mediante esa pirueta, “se constituye en el espacio y el tiempo” para producir la demanda de justicia social y económica.
[“Nosotros, el pueblo”, ¿viene a ser la autoproclamación del sujeto histórico?]
Sin embargo, afirma Butler, “hacemos esto por el otro y con el otro, sin que presuponga necesariamente armonía o amor. Como un modo de crear un nuevo cuerpo político”.
[Si el amor no vence al odio, ¿la disputa es o será otra?]
Está claro que la piedra de la locura en Butler (releyendo a Hannah Arendt, para pensar dentro de esa matriz ética), fue el espanto borgeano: es decir, la política.
“Lo personal es político”, definen hoy los feminismos consumando la síntesis fabulosa entre cuerpos/lenguajes/intervención. Siglo XX, cambalache, paredón y después. Sujetas históricas, sí. Política del deseo. Cuerpos en primer plano.
Desde cierto desencanto sarkozyano, Jacques Rancière recuerda con cadencia escolar que el término “populismo” es caracterizado por el discurso dominante (es decir, la derecha recontraneoliberal), mediante “tres rasgos esenciales: un estilo de interlocución que se dirige directamente al pueblo por encima de sus representantes más notables; la afirmación de que gobiernos y élites dirigentes se preocupan más de sus propios intereses que de la cosa pública; una retórica identitaria que expresa el temor a los extranjeros y su rechazo”.
“Sin embargo —aclara— no hay relación de necesidad alguna entre estos tres términos… Existe una entidad llamada pueblo, que es la fuente del poder y el interlocutor prioritario del discurso político, es lo que afirman nuestras constituciones y es la convicción que los oradores republicanos y socialistas de antaño desarrollaban de buena fe. No se la vinculaba con ninguna forma de sentimiento racista o xenófobo.”.
[En el presente, ¿cómo explicamos los consensos populares que propiciaron el triunfo de Trump, de Macri o de Bolsonaro? ¿Y el golpe en Bolivia? ¿Y las manifestaciones populares en Chile y Colombia?]
El que respondió antes de que los hechos sucedieran, fue Boaventura de Sousa Santos: “Mi primer diagnóstico radical de nuestra situación presente a nivel mundial es que vivimos en sociedades políticamente democráticas pero socialmente fascistas. O sea: está emergiendo una nueva forma de fascismo que no es un régimen político, sino un régimen social. Es la situación de gente muy poderosa que tiene un poder de veto sobre los sectores más débiles de la población. (…) El problema pasa por comprender que la democracia es parte del problema, y tenemos que reinventarla si queremos que sea parte de la solución”.
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Pueblos genitivos
Pueblos representaciones
Clases sociales: pueblos adverbio del modo
Representados
Pueblos de la felicidad
Quiero pensar ahora que un pueblo es una forma del afecto que indaga su realización en cuerpos situados. Cuerpos que el alto modernismo conjeturó en la circunstancia de sus controversias, a través de lenguajes experimentales. Situaciones. Jean-Luc Godard. Volvamos al futuro. Ahora los cuerpos son femeninos, famélicos, festines. Pueblos otros.
Devenir animal.
Devenir mujer.
Devenir patria.
Otro. Pueblos
“No escribimos con los recuerdos propios, salvo que pretendamos convertirlos en el origen o el destino colectivos de un pueblo venidero todavía sepultado bajo sus traiciones y renuncias. … No es un pueblo llamado a dominar el mundo, sino un pueblo menor, eternamente menor, presa de un devenir-revolucionario… pueblo bastardo, inferior, dominado, en perpetuo devenir, siempre inacabado. Un pueblo en el que bastardo ya no designa un estado familiar, sino el proceso o la deriva de las razas. Soy un animal, un negro de raza inferior desde siempre. … No hay delirio que no pase por los pueblos, las razas y las tribus, y que no asedie a la historia universal.” (G.D.)
María Iribarren
Fotografía: M.A.F.I.A.
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