El inicio de la gestión de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires puso rápidamente de manifiesto una discusión fundamental orientada a cambiar el rumbo del modelo de acumulación en el distrito bonaerense: el impulso de una reforma impositiva de carácter segmentado y progresivo y, con ella, el debate acerca de qué sectores debían afrontar la carga fiscal.

Los discursos de la (ahora) oposición y de los medios de comunicación hegemónicos mostraron, con total claridad, un intento de instalar públicamente la idea de que se trataba de un impuestazo que abarcaba a la generalidad de los contribuyentes, en una maniobra que tergiversaba la propuesta real por parte del oficialismo. En los hechos, ese proyecto de ley pretendía un reordenamiento fiscal que, entre otras cuestiones, contemplaba un incremento impositivo por arriba de la inflación – lo que sí podría acercarse a un impuestazo– sólo a sectores de altos ingresos y propietarios de grandes cantidades de hectáreas, rurales y urbanas.  De modo que el denominado impuestazo era sólo un artilugio semántico que pretendía esconder, bajo el ropaje del sentido común, la afectación de los intereses de los sectores más privilegiados y presentarla como un problema de/para toda la población.

La historia de lo ocurrido es conocida. Hoy es ley una reforma impositiva en la provincia, necesaria y urgente para lidiar con el legado de la gestión de Vidal, pero cuyo espíritu progresivo fue trastocado por obra y gracia de la bancada opositora. Los privilegios de los sectores acomodados tienen sus guardianes.

Con los ecos de este debate, hace una semana, al presentar la temporada estival de la provincia, el actual gobernador manifestó públicamente que: “Irnos de vacaciones no es un privilegio o una locura, es un derecho” (Axel Kicillof, 10/ 01/ 2020, Infobae). La interpelación tenía una doble referencia: por un lado, aludía a los beneficiados del modelo económico impulsado por el macrismo que hizo que acceder a unas vacaciones fuera una prerrogativa- un privilegio- de estos sectores; por el otro, revitalizaba una premisa política del peronismo asociada al mecanismo de acceso a los privilegios sociales como una política de ampliación de derechos.

Ahora bien, una de las cuestiones fundamentales que subyace a estas discusiones sobre las vacaciones o la recaudación impositiva es, precisamente, el modo de comprender el privilegio social: si bajo una lógica de la propiedad y la privación o bajo una lógica de derechos sociales y democratización del goce.

El modelo liberal durante el siglo XX hizo del trinomio privilegio-apropiación-privación un elemento constituyente de su lógica de funcionamiento y, sobre todo, inventó y consolidó los canales institucionales para legitimarlo. El neoliberalismo del siglo XXI, por su parte, se ha plantado sobre esta lógica y la ha exacerbado; la ha transformado en un poderoso mecanismo de competencia orientado a ordenar y disputar las posibilidades de acceso a la vida digna por todo el entramado social. Esta concepción en torno a los privilegios sociales, comprendidos como beneficios efectivos que se apropian y como credenciales objetivadas que se encarnan, ha regido la economía de las oportunidades laborales, educativas, sanitarias, culturales y políticas de la población, en base a una fórmula incuestionable: tenerlos es, a la vez, apropiarse de ellos y privarlos a otrxs. La base de la competencia.

En el neoliberalismo el hecho de tener privilegios para el acceso a un buen vivir es tanto una posesión objetivada en términos físicos -damos por descontado el carácter tangible de estas credenciales -, como una aspiración simbólica ad eternum, fruto de un estado de las relaciones sociales y de la lógica de la competencia a la que nos vemos inmersos bajo este modelo. Esto implica que el vínculo complementario y de necesaria continuidad entre poseer privilegios, apropiarse de ellos y privar a otrxs de ellos requiere, por un lado, de un conjunto de valores y creencias que consoliden un sentido social naturalizado sobre la distribución de quienes acceden a esta geografía del privilegio; y por el otro, de un aceitado circuito de reproducción para consolidar dispositivos perdurables de legitimación (instituciones, políticas públicas, medios de comunicación, pugnas por las interpretaciones del pasado, productos culturales, materiales escolares, entre otros). Éstos contribuyen -vale insistir- a que unx asuma esta relación como parte de un orden natural de las cosas y, a la vez, consolide el mito fundacional (neo)liberal del esfuerzo familiar y personal como motor de movilidad social. En suma, se percibe al privilegio como una posesión legitimada dentro del patrimonio y a la privación como una consecuencia no deseada del modelo, o peor, como un señalamiento de una falta, la marca infausta de una carencia de capacidades psíquicas, educativas y/o sociales para su consecución.

Frente a esta lógica, el modelo de acumulación que impulsó históricamente el peronismo ha tendido a revertir ese mecanismo de privilegio-propiedad-privación. Respecto a esta lógica de repartición, el modelo kirchnerista se ha acercado bastante a la lógica del primer peronismo y las discusiones actuales sobre las vacaciones o la reforma impositiva lo ponen de manifiesto.

En este clave, los privilegios no se asumen exclusivamente como un atributo de propiedad ni como una extensión delimitada por la privación social, sino como una geografía a ocupar, un espacio social en disponibilidad, cuyos límites borrosos contribuyen a crear un mecanismo vigoroso de incorporación social.

Daniel Santoro, en “Por una promesa de felicidad insensata” (1), propuso imaginar una escena contrafáctica pero de una actualidad radical: “Que no les quepa ninguna duda que si Eva Perón estuviese viva hoy, le preguntaría a sus asesores a dónde van a gozar los ricos de vacaciones y ella iría, haría un acuerdo con el gobierno de Uruguay y pondría los hoteles sindicales en Punta del Este. Pero sin lugar a dudas”.

Esta escena, perfectamente imaginable, vislumbra una lógica distinta a la neoliberal y, aún proponiendo que los privilegios efectivamente existen y responden a las relaciones sociales dentro del capitalismo, los desancla de la apropiación definitiva y de la privación social y los convierte en un terreno de conquista y ampliación de derechos sociales.

El peronismo asume que los privilegios sociales son contingentes y de una plasticidad desbordante que pueden abarcar al conjunto de la población. Y propicia que en la medida en que sean efectivamente apropiados, fomentará la disputa para ampliar su cobertura; allí donde hay un privilegio (apropiado), nace (la disputa por) un derecho.

Irse de vacaciones, asistir gratuitamente a la universidad o disfrutar del verano en grandes piletas con vista al cerro dejan de ser privilegios privatizados y pasan a formar parte de un proceso de democratización inigualable y singular que aún hoy genera un rechazo inaudito por parte de vastos sectores conservadores. Gozar de las vacaciones es gozar de no trabajar, pero cuando ese goce es encarnado por los menos privilegiados constituye un atentado, un exceso, contra aquella creencia (neo)liberal del esfuerzo aspiracional y se traduce en un sentimiento irrefrenable de rechazo a la vagancia del ocio. El peronismo ha contribuido a esta democratización del goce y ha sacado al privilegio del lugar del estamento, cosa que ha provocado revulsión y castigo.

Milagro Sala sigue presa por haber contribuido a estas políticas de ampliación de derechos y de democratización del goce.

Ni Alberto ni Axel la tendrán fácil. Sobre todo Kicillof, legado político de CFK, cuya gestión evidencia(rá) un permanentemente desplazamiento de la escena defensiva a la cual intentan llevarlo, pero también de la trinchera conocida, delimitada por la mística del movimiento. Ese ir más allá se logra(rá), entre otras cosas, creando las condiciones – una nueva geografía institucional- para que los privilegios sean materia de disputa y de acceso a la vida digna para los sectores vulnerados por el neoliberalismo.

Por Lucas Saporosi

Fotografía: M.A.F.I.A.     

 

(1) Daniel Santoro (2019), «Por una promesa de felicidad insensata», disponible en: https://relampagos.net/2019/11/06/por-una-promesa-de-felicidad-insensata/