I. TERRITORIO

UN LUGAR DONDE PASAN COSAS.

«De pacheco a la paternal, de Dock sud a Tres de Febrero…”

(Hermética, gil trabajador, del disco Ácido Argentino)

En ese cruce de ejes tenemos una imagen certera y precisa del recorrido, del camino, del hacer, del juntarse, de la excusa perfecta para derribar las distancias inquebrantables, el cruce del eje no se hace en Uber ni virtualmente, no hay apps ni mapas que te den las indicaciones, solo queda la decisión de adentrarse, salir de la zona de confort, del domo de netflix y demases, y de más devenires tecnológicos implosionantes, individualistas, meritócratas, de emprendedurismo de chetos monosilábicos, no modulantes, de 2 o 3 palabras ontológicas, de metáforas de flanes, y cerdos que arrojan a las aguas, no las que bajan turbias.

Allí donde te encontrarás con ese abrazo cálido, con la poética del ser humano, del sudor de la carne, de los cuerpos, el humo gris, con aroma a pueblo, a comunidad, a barrio, con ritmo de negras, uno más uno más uno, un dos un dos, no hay gps que facilite el conocimiento, y tampoco hay precisiones y certezas, solo que si pasás por el eje, de seguro te empiece a resonar y empiecen a gustar ruidos, colores, aromas, luces, caras random, berretines, otarixs, y la inconmensurable verdad que hay límites finitos, trazados y construidos, la mayoría de las veces por lxs que habitan y circulan por el eje, y otras por chetos con papa en la boca, palo al lomo, garrote, alambrado perimetral, muros, lagos artificiales, y flan.

A veces las vías, las autopistas, las rutas, las avenidas, no son solo un medio de comunicación para ir de un lado a otro, de desplazamiento, de movimiento, son también escenario de disputa, de conflicto, pero también de una usina de la poética del ser humano, de amor de cofradías, el lugar perfecto para el encuentro de brujas y cronopios, para el aquelarre, para cajetearla piola gato.

II. COMUNIDAD

COSAS QUE PASAN EN UN LUGAR.

“…no hace falta gente que labure más, hace falta que con menos se pueda vivir en paz…”

(Wos-de su tema Canguro)

El colectivo no es sólo un medio de transporte, es una idea, un concepto, una matriz ideológica, un devenir de personas que conciben la felicidad de un modo, para todos, lejos de la discursividad, de los tres mosqueteros, para todos y entre todos es una idea, un intangible, pero que cuando cobra forma es inconmensurable e indestructible, las comunidades, a veces, son construidas por empatía, por discurso, por acción y otras por devenires violentos o coercitivos de parte del Estado o de poderes a los que la palabra comunidad les da asco, aunque a veces combatiendo ese colectivo, abren la instancia de la construcción de comunidad, incluso en los momentos que las comunidades se arman por urgencias, necesidades y luchas.

Una comunidad, puede mejorar la calidad de vida de sus habitantes, puede discutir con el poder instituido, qué es lo que quiere para ser feliz, una comunidad también puede gobernar, autogobernarse, no necesita eso que hay por allí, “…que no gobierna ni delibera sino solo a través de sus representantes…”, una comunidad construye democracia participativa, no solo cada 2 o 4 años, cuando hay que ir a votar, las muestras son incontrastables, replicables y un claro ejemplo de que la felicidad no es solo una gestión, de especialistas, probos e idóneos, también es una construcción colectiva.

III. El BARRIO

TERRITORIO EN DISPUTA COMUNIDAD EN CONSTRUCCIÓN

“…Despreciable es el frío que golpea de madrugada…”

(mientras pasan las madrugadas, eterna inocencia, del disco a los que se han apagado)

Un grupo de personas son arrojadas a la calle por los milicos en Colegiales, con topadoras y a balazos, la gran mayoría recala en cuartel V, fundan un barrio, le llaman Don Sancho, en breve se arma una biblioteca popular, un salón de usos múltiples, un club de fútbol, los habitantes de ese barrio construyen sus casas, arman las calles, se organizan, (on), ya tiene 42 años, en colegiales hay muchas productoras audiovisuales, y negocios inmobiliarios.

Postal, una cumbia santafesina suena como soundtrack, en una tarde de verano, donde el calor golpea a los cuerpos de torsos desnudos, de shorts y ojotas, unos pibitos, juegan al fútbol en medio de la calle, con arcos improvisados, tienen camisetas del Barsa o del Real Madrid, porque ya no hay casi potreros, y si quieren ver fútbol, sus padres deben pagar para ver a un pibe de su barrio jugando en primera, el almacén todavía resiste los embates de las cadenas de supermercados, con sus ofertas de cerveza alemana importada a bajo precio.

Unos pibes se juntan en la esquina, ríen y escuchan trap, mientas degustan el manjar barrial por excelencia, la coca en envase de vidrio de 1,25 lts, otros chicos vienen en una moto, paran, saludan, comparten la coca, uno de los chicos pide prestada una vuelta.

La murga ensaya porque es sábado a la tarde, en la otra esquina, se arma la ronda de baile, reposeras y mates y tereré, a la vuelta un grupo de adultos y algunos jóvenes, hacen el tercer tiempo entre cervezas, maní y chizitos del chino, luego de intenso partido de fútbol, sobre un playón de una distribuidora de bebidas, que para el disfrute de los futboleros, cierra al mediodía hasta el lunes a la mañana.

Ya es tarde noche, se siente el humo de unos choris en una parrilla, ese humo gris, pero tan rico, la barbería del chino está abarrotada de pibes, que entre reggaetones y charlas de tirar cortes de moto, planean su look.

Unos evangelistas hacen campaña de salvación, en la plaza, el orador pasó de un discurso sereno, a una voz gutural de banda de metal en menos de 5 minutos, algunos vecinos observan, otros ni siquiera los ven, en la otra punta de la plaza un grupo de mujeres hacen ronda en un banco, se hidratan, algunas bailan al ritmo de unas cumbias, que salen de una camioneta estacionada, vienen de zumba, una actividad muy común en estos tiempos.

El barrio es esa cosa tangible, visible, palpable, la síntesis, la conjunción de territorio y comunidad, puesta en movimiento y en cuerpo.

Por Ricardo Esquivel

Fotografía: M.A.F.I.A.

3 comentarios en “A(propósito) de palabras ontológicas, metáforas de flan y la felicidad como cuestión individual, en un territorio, una comunidad, un barrio.

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