1.
¿Cómo se arman las redes? Acá va un ejemplo. Un viernes conocí a Cecilia, feminista militante conurbana en una sala de salud en San Miguel, Provincia de Buenos Aires. Nos une el trabajo social, motivo por el que nos reunimos. Una hora de conversación y un termo de mate, fueron suficientes para leerla: militante 24 x 7, feminista y apasionada. En su gesto militante, me invitó a marchar el domingo en San Miguel por el día internacional de los derechos de la mujer trabajadora.
2.
Domingo 8. Hasta último momento dudé en ir. Que el viaje, el calor, que no conocía a nadie, que marcharía sola -en el fondo sabía que no iba a estarlo-.
Agarré mi libro, el termo, un anotador y una birome, por las dudas. Me acordé que una observadora participante no puede salir sin su libreta.
El mismo recorrido y el mismo tren. Pero tomarme el San Martín un domingo, bajándome una estación antes y dejando a la Universidad para el lunes, era distinto. En ese momento y para mí ya no era el mismo tren. Despegué mi piel fundida en el asiento y me bajé en San Miguel con una lluvia de verano que parecía ser pasajera. No me importaba mojarme, al contrario, buscaba la frescura esquivando techos y garitas. Camino a la plaza del centro, recordaba a Cecilia, a quién conocí dos días antes en una sala de salud del Barrio Obligado por una reunión de trabajo y en el mismo encuentro-presentación, me invitó a la marcha del 8 M: “Tenemos que marchar en la localidad más religiosa del noroeste”, me dijo. El ¨tenemos¨ se me volvió ¨tengo¨ que unirme a las pibas de un territorio que cada vez me convoca más en cuerpo, tiempos, proyectos y apuestas. Las banderas que veía a dos cuadras ya le daban sentido a mi viaje. Bien, acá estoy. Mujeres, pañuelos verdes, banderas, sombreros de brujas, megáfonos. ¿Qué hago sola? Que no estás sola, me contestaba al instante, sin dejarme terminar la pregunta.
Una chica pasó vendiendo prendedores con forma de vulva y cascabeles de colores. Me acerqué, con alguien tenía que hablar y de paso, le compré uno. Vulva en pecho, seguí buscando miradas. Hasta que me crucé con la de Jazmín, una alumna-compañera que hacía tiempo no veía. Mi sentido se renovaba. Que cómo no me escribiste. No lo tuve en cuenta. No uní su lugar, Tortuguitas, con San Miguel. Tengo lugares y personas aisladas en mí. Ahora que me decidí a conocer el lugar donde trabajo hace casi cuatro años, necesito trazar las líneas para conectarlas, construir mi mapa. Nos abrazamos varias veces, como una manera de recuperar el tiempo.
Caminamos juntas, con su hija adolescente. Era su primera movilización y su primera marcha feminista. Su mirada era curiosa, se le veían las preguntas en los ojos. Charlamos, cantamos, aplaudimos, sostuvimos juntas el pañuelo verde – había olvidado el mío en casa-. Al llegar al punto final del recorrido, frenamos. Una chica gritaba por un megáfono, “Marzo lleva más muertas que días” dijo y un frío me entró por debajo de la piel, recorriéndome de pies a cabeza. Pedimos justicia por las pibas que ya no están, que fueron asesinadas por varones.
En uno de esos pedidos de justicia lanzados al viento, sentí cómo Jazmín me sostenía la mano haciendo más fuerza que antes. “¿Y el miedo? ¡Que arda!” gritamos y nuestras voces se hicieron una sola, enorme, potente. Nuestro fuego crecía. Me tomé el tren de regreso a casa. Fui escribiendo de manera urgente en mi celular, no quería que las imágenes se me volaran. El cielo oscurecía y yo también. Afuera, refrescaba. Adentro, la llama me mantenía el calor.
3.
Días después, una invitación llevó a la otra: a escribir sobre lo sucedido para dejar registros en el camino. Cecilia, sin dejar de pensar y hacer en manada, invitó a otras mujeres integrantes de su colectiva a escribir juntas. Las invitaciones se fueron multiplicando sin tanta planificación. Sucedió así. Y es así que se tejen redes y el feminismo se ensancha (ya es repetitivo decir que nos burlamos del supuesto de que las mujeres no pueden trabajar juntas, pero me veo obligada a decirlo). Y así, también se ensanchan los territorios, los puntos se conectan, se descentralizan las luchas. Hay descentralizaciones que sí son potentes y tienen que suceder.
Camila Newton
(UNPAZ/CONICET)
Fotografía: M.A.F.I.A.
Un comentario en “Movilización 8 M 2020 en primera persona”