La pandemia. La comunidad (des)organizada. Entre el quedarse en casa, tomarse un vino, la liturgia y las formas de lo popular. El aplauso, el vecino, la barriada y la cana.
Todo junto. Pero no.
La cuarentena en Almagro, en Josece. El Conurba virus. La solidaridad y el miedo, la construcción de la comunidad. Formas comunes de una excepción, un tajo vuelto norma, normalizado.
Pero no.
La desigualdad irrrumpe. Las formas de la resistencia, de la soberanía también. Donde el cuidado de sí es (y no es) el cuidado de todxs. Indagar las (im)potencias en medio de la tempestad.
Comienzo y fin.

Diario en cuarentena asincrónico, desordenado y fugaz. Fragmentos por Lucas Rozenmacher

«Vuelvo a tomar un poco más de vino y mis patas hacen base sobre un escalón que nace desde el balcón. Levanto la mirada y en una clara acción hitchcotiana pispeo cómo, de los edificios vecinos, una chica toma sol, una vieja teje frente a ese mismo sol, una mujer lee y otra cuelga la ropa, mientras un tipo, de gesto sospechoso, con anteojos metalizados, abdomen predominante y el pelo bien gris, mira por una ventana cargando una mueca, como de costado, sin perder de vista su propio detrás con un aire incómodo y vigilante»

Prepotencia solidaria. Notas sobre un conurbano que no descansa por Ricardo Esquivel

«(…) no te podes juntar para organizar absolutamente nada, el hecho de compartir un proyecto entre vecinos, amigos, artistas, se transformó en un escenario bastante desolador y, ante semejante escenario, la creatividad, el ingenio y las ganas de seguir haciendo cosas, produciendo, con otres sí es una respuesta maravillosa, una subversión al individualismo de esta pandemia que mata a la vida comunitaria y a los proyectos colectivos.»

Todos los días parecen domingo. Memorias conurbanas de la pandemia. 3ra Entrega por Sebastián Russo (Taller La Mirada Errante MUPE / UNPAZ)

«Si un tajo, un enorme tajo en el cotidiano nos reunió. Un humilde tajo, nunca tan humilde, nos expresó que seguíamos vivos. Un cuerpo que no puede. Que por momentos ya no quiere. Una incisión, leve, nunca tan leve, que rememora otras, a la herencia como marca. Pero qué vuelve en un tajo. Qué retorna en cada herida.»

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