El malón fantasma o el retorno de lo in-pensado

Pensar es crear, es un acto productivo, imaginativo. Pensar es crear conceptos. Debería serlo, sino sería reproducción de lo ya dicho, de lo ya pensado, de (como se dice) “lo establecido”. Esto lo han dicho muchxs. Por caso el francés Gilles Deleuze y de modo explícito. Pero las categorías conceptuales no son, no pueden ser universales. Las categorías de pensamiento, los conceptos, las palabras (que son conceptos), las imágenes (que también lo son, aquel francés también dijo) tienen un lugar, un sitio de emergencia, unas ciertas condiciones de posibilidad, circulación, refutación. En ese sentido crear categorías de pensamiento latinoamericanas es una necesidad, un afán aunque más enunciado que realizado e interiorizado (por caso, en curriculas universitarias). Pensemos en las Epistemologías del Sur de Boaventura de Sousa Santos. Un programa de cierta consensuada circulación, pero incluso más académico que popular. La verba popular, se sabe, en estos casos y en muchos otros tiene menos reparos y fracasos en crear conceptos y extenderlos. Vendepatria, traidor, careta, por decir, lo evidencian. Incluso cipayo, como diría un gran creador de conceptos, como fue Arturo Jauretche, en la intersección política, popular, intelectual.

“Los pueblos siempre vuelven” se denominó la conferencia que le invitaron a dar a CFK en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras a fines enero del 2022. Y lo primero que dijo es que tal expresión, «Los pueblos siempre vuelven», es de hecho una categoría de pensamiento político, y no universal, sino latinoamericana. Que los pueblos siempre vuelvan no solo es una consigna de deseo, eventualmente descriptiva de una charla, sino una categoría de pensamiento, dice, e incluso, de una/nuestra región. Ya que si hay un regreso, un retorno, una vuelta popular, y esta es permanente, eterna, es porque nuestra región se funda no solo en una acumulación originaria, sino en un pretendido exterminio original, y -dijo- una consiguiente y perdurable colonización de los pueblos latinoamericanos. Del sur de río Bravo a Ushuaia, detalló, cartografiando, politizando el mapa.

Nuestros pueblos así avanzarían, retrocederían, con un germen, un virus instalado, un microchip incrustado. El del flujo constante de sus riquezas a otras regiones, pero no cualesquiera, sino las que conquistaron e implantaron un modelo de colonización que, bajo formas que fueron modificándose, sigue vigente. La deuda externa, financiera es el condicionamiento colonial que trajo el neoliberalismo, como antes lo fueron la extirpación de oro y plata, luego un reparto obligado a exportar materias primas e importar manufacturas (“sistema mundo” lo llamó Immanuel Wallerstein, y no precisamente latino, sino yanqui). Esa obligación expo/importadora, por protección de las potencias de sus productos, de sus productores, es la forma de una neo-colonización (no solo económica sino también de conceptos) que persiste. Y que tuvo formas dictatoriales de imponerse, o jurídico mediáticas (lawfare se nombró) de tramitarse, ayer nomás y hoy día, en una rápida historización –que también hizo CFK- de las amenazas y resistencias que se yerguen sintomática, explícitamente en los terceros mundos.

A tal persistencia del reparto y flujo desigual de riquezas, la persistencia de los pueblos (que vuelven) cuyas resistencias no dejan de insistir, ser aplacadas, y volver a resurgir. Los avances y retrocesos, tan desdeñados por lecturas que piensan en el progreso, y en este como algo lineal e incescendo, no sólo son expresión del modo latinoamericano de seguir resistiendo al avance colonizador de su economía, su cultura, su política, sino que allí anida una categoría política conceptual particular. Dice CFK “se pretende analizar a latinoamérica con las categorías de pensamiento europeo”, y es como “pretender analizar oriente con categorías de nuestra región”. Y las Epistemologías del Sur (sin pretenciosidad) son puestas en práctica y encarnadas aquí por un/a gobernante (creadora y esparcidora de conceptos como el don Arturo que cita con frecuencia: la patria es el otro, como «pequeña» muestra)

Pero cuáles son las características de la categoría que CFK puntualizó, señaló (y lo sabemos, indicar, nombrar, es darle existencia a las cosas) En principio: el retorno. Pero no de cualquier cosa, sino del pueblo, de los pueblos. Y no de toda la población, sino del «pueblo». Una (otra/misma) categoría definida infinitamente, pero que en el propio discurso de CFK (que también retornó, tanto a tomar la palabra y hacer de ella un acontecimiento creativo, político1, sino a Latinoamérica, en su primer viaje como vicepresidenta, y junto a Lugo, Rousseff y Zelaya rondando, también retornando) encuentra (la categoría «pueblo») una renovada y actualizada puntualización. Dice, el mandato histórico de nuestros pueblos, de los gobernantes que los gobiernan ( dijo, con perspectiva nacional y popular, podemos agregar latinoamericana), es de liberarse/los, pugnar por su autodeterminación.

Es decir, qué es -aquí- un pueblo: aquella grupalidad resistente que se autogobierna, soberana. Y en el marco de una matriz neo-colonial persistente, autogobernarse es romper/batallar las vinculaciones con los países que lo impiden. Es decir es pueblo: aquel que no solo resiste sino que insiste en la resistencia por ser soberano; aquel cuya resistencia no deja de volver. Resistencia a los países o incluso grupos internos a una nación que aspiran a mantener tal desigual falta de soberanía, tal «establecida» y sistémica imposibilidad de unos sobre otros de autogobierno. Es decir lo que retorna es aquello que es maldecido por las élites (impopulares aunque adoradas -la Industria Cultural hace su trabajo-) que incluso desde el propio país pueden pugnar por sostener un modelo dependiente. Porque de hecho lo que también persisten y resisten, de formas más estratégicas (centralizadas, hegemónicas) que tácticas (dispersas, populares), diría De Certau, son las trabas ya no liberadoras sino dependientes.

Y se podría hacer una historia de estas resistencias, de estos retornos. Una historia político espectral, del retorno de lo reprimido. Porque lo sabemos, a los pueblos que pretendieron emanciparse se los reprime y esa represión, a veces, se vuelve interna. Incluso por el pensamiento, por las propias categorías occidentales de pensamiento que dominan, por caso, en Latinoamérica (empezando por el idioma). Pero Occidente, mejor dicho la ciencia positiva (su dios), no puede pensar el espectro, sobre todo porque no es una figura observable, capturable, a la ontología ser/no ser (diría Eduardo Rinesi), ni tampoco puede ser asociada al progreso, al avance tecno-maquínico, sino a lo que vuelve, intempestiva, metamorfoseada. El progreso está representado dijimos, se sabe por una línea que avanza, que no retorna, a esto se lo denomina decadencia: algo que a los medios defensores de «lo establecido» les interesa marcar con ahínco.

Pero en Latinoamérica es distinto, lo que avanza sin resistencias es el capital trasnacional (formas de denominar las formas coloniales de la mitad de siglo XX para acá) Y el retorno de lo popular, no solo no es decadentoso, sino por el contrario es la insistencia épica de su resistencia. Es la vuelta del malón, es el subsuelo sublevado, el volver por millones. Latinoamérica, su pueblo, el pueblo latinoamericano es (también) el hecho maldito del mundo burgués. Expresiones todas provenientes de un pensamiento espectral nacional popular (de la revisión de Daniel Santoro al cuadro de Della Valle, a Raúl Scalabrini Ortiz, Evita y John W Cooke) que emergió de situaciones precisas y con un gran ingenio poético-político que pudo dar cuenta de ellas, conceptualizarlas y proyectarlas. Tal el título de una charla vuelto categoría política situada por CFK, “los pueblos siempre vuelven”: una propuesta emancipadora, soberana, en principio de conceptos, que también llama a continuar creando y expandiendo, desbordando y haciendo desbordar lo enunciable.

Sebastián Russo Bautista

Docente, sociólogo (UBA/UNPAZ)

1. Hace un año escribíamos un «Elogio a la palabra», ante una otra notable intervención de CFK: https://lateclaenerevista.com/elogio-a-la-palabra-por-sebastian-russo/

Imagen: El malón de terracota (2018) Daniel Santoro