La pandemia sensibilizó, arrasó certidumbres, trastocó anhelos. La Universidad no quedó fuera de ello. La virtualización pasó de ser una medida de necesidad y urgencia a un sintomático modo que preexistía de forma marginal y que instalado “vino para quedarse”. Ante la expansión global de ofertas de estudios online, las dispersiones multitasking, las lógicas del confort, las nuevas formas laborales y la supuesta democratización cibernetizada que proponen estas y otras variables, nos repreguntamos por el rol social y político de una Universidad. Presentamos aquí un primer grupo de textos que ensayan tentativas sobre ello.
Univers(al)idad, divino tesoro. O del saber virtual/comunal
Por Sebastián Russo Bautista. «La universalidad pretendida puede ser también una afrenta a la situabilidad. La politicidad requiere de campos de intereses contrapuestos o en disputa. El retorno de los cuerpos a las aulas debería ser también el retorno de los emplazamientos (en principio) discursivos no sólo individuales sino sociales, comunales.»
El tiempo con el otro. Algunas reflexiones sobre las clases virtuales
Por Lior Zylberman. «Durante la pandemia, las clases virtuales fueron un termómetro de las condiciones materiales de lxs estudiantes, no solo por los espacios y tecnología disponible sino también por aquello que se “filtraba” en las clases: desde ruidos del hogar hasta niñxs pasando también por situaciones de tensión familiar.»
La educación que viene: por una sociedad no viral
Por Diego Ezequiel Litvinoff. «La educación neoliberal, al desligar al sujeto de su inscripción espacio-temporal –haciendo del tiempo algo que no puede más que perderse y del espacio, lo que se cierra en ese punto/pantalla que sólo refleja lo que ya no es–, imposibilita la emergencia de un saber crítico, tendiendo a reducir al sujeto a la dimensión de un virus automático, conminado a replicarse una y otra vez según su propio código.»